Un grupo de científicos de la Universidad de Antofagasta (UA) publicó el primer mapa lumínico de la ciudad de Antofagasta, en base a datos tomados a fines de 2023. El equipo, formado por el investigador Christian Adam, los profesionales Juan Pablo Colque y Nicolás Mac-Lean, bajo la dirección del doctor Eduardo Unda-Sanzana (Centro de Astronomía, CITEVA, UA), trabajó durante dos años refinando técnicas de toma de datos nocturnos por medio de drones, eventualmente generando 416 tomas nocturnas de Antofagasta durante el último trimestre de 2023, usando un dron DJI Mavic3. Esto permitió tener un registro de la situación lumínica de la ciudad cada 50 metros.
La imagen final, que resulta de combinar los cientos de tomas de manera georeferenciada por medio de un software, muestra dos resultados destacados por el equipo de investigadores: “El color de la luz de Antofagasta cambia significativamente de norte a sur. En el norte de Antofagasta hay mucha más presencia de luces blanco frías mientras en el sur de la ciudad la concentración de luces blanco cálidas es predominante. Hoy conocemos los efectos negativos de las luces blanco frías en la salud humana y en la biodiversidad, por lo que esta segregación lumínica es alarmante, y recuerda al fenómeno del racismo lumínico que hoy es estudiado en Estados Unidos. Esto debiera influir en futuras decisiones sobre cómo iluminar la ciudad” declaró Eduardo Unda-Sanzana, líder del proyecto. Un segundo resultado es que la luz de la costa, de norte a sur, tiene mucha más presencia de la misma componente blanca fría. “Tal cual como nos preocupa un derrame de petróleo, carbón o ácido sulfúrico en el mar, nos preocupa enormemente el derrame continuo de luz dañina en el cielo y el mar. Esto afecta a las aves marinas y otras especies costeras que requieren oscuridad para sus procesos vitales, desde su reproducción a su alimentación, o que requieren que no haya luces distractoras a fin de orientar su vuelo y no extraviarse y caer” complementó el especialista, quien agradeció el trabajo que hace el Centro de Rescate y Rehabilitación de la Universidad de Antofagasta, que atiende a las aves marinas afectadas por la contaminación lumínica.
Otro hallazgo preocupante es la detección de nuevas fuentes de contaminación lumínica, con fuerte predominancia de luz fría: «Las canchas de paddle se han vuelto muy populares y las encontramos en varios sitios de la ciudad. Estos nuevos espacios deportivos están intensamente iluminados con luz blanca fría. Al dejarla encendida por largas horas durante la noche, actúan como reflectores gigantes que envían la luz al cielo y afectan negativamente su entorno», indicó Juan Pablo Colque, integrante del equipo que realizó el análisis. “En algunos casos estas canchas incluso no respetan la direccionalidad de la luminaria y apuntan una buena fracción de sus luces al cielo”, agregó.
“Mucha gente está preocupada de la mala iluminación de sus calles y erróneamente atribuye esto a la normativa de control de la contaminación lumínica o a presiones de los observatorios astronómicos”, indicó Unda-Sanzana. “La contaminación lumínica no es la luz que nos sirve para transitar de manera segura en la calle; es la luz que nos enferma, la que destruye ecosistemas, y la que enviamos al cielo. Más luz en el cielo no va a hacer las calles más seguras. Más luz que nos enferme puede darnos una solución en el corto plazo y muchas penas a largo plazo. Necesitamos buenos diseños de iluminación, que tomen en cuenta todos los efectos de la luz artificial.”
El proyecto fue codirigido por el doctor Jeremy Tregloan-Reed (Universidad de Atacama), y financiado por los Fondos Regionales 2020, asignados por el European Southern Observatory, contando con la colaboración de la Fundación Cielos de Chile para su ejecución.